Ciudadanía según T.H. Marshall
T.H. Marshall (T.H.M.) fue el primer sociólogo invitado al Ciclo de Conferencias creado en la Universidad
de Cambridge para honrar al economista Alfred Marshall (A.M.), uno de
los padres fundadores de la ‘ciencia’ económica. Este hecho fue algo insólito
si consideramos que en aquel entonces (1949) en esa universidad no existía la
carrera de sociología. En su conferencia T.H.M. recupera la idea de A.M. en
torno a que el progreso llegaría a igualar a los hombres, no en materia de
ingreso, sino que les permitiría a todos llegar a ser “caballeros” en su
sociedad.
Para A. M. lo que distinguía a las clases sociales no era el
dinero (ni la propiedad), sino el efecto que provocaba en el ser humano
realizar trabajo pesado. Observó que los artesanos más calificados, cuyo
trabajo no era tan desgastante física y mentalmente como el resto de la clase
obrera, reconocían los beneficios de tener mayor educación y tiempo libre, y no
sólo la del tener un mayor ingreso.
Su visión lo llevó a suponer que dado que el progreso
técnico llevaría a la reducción de la cantidad de esfuerzo laboral requerido
para producir, al repartirse esta carga equitativamente entre todos los hombres
pertenecientes a la clase obrera, llegarían tarde o temprano a ser caballeros,
al disponer de más tiempo para educarse. En consecuencia, la clase trabajadora
desaparecería. Ante las posibles críticas que su postura acarrearían, como ser
considerada socialista, Alfred Marshall señaló que la igualación entre los
individuos debía darse mediante la educación (no el ingreso) y que el Estado
tenía la obligación de proporcionar ésta desde la infancia y tenía que obligar
a los menores a asistir a la escuela.
Thomas Humphrey Marshall |
T.H.M. retoma otra idea de su predecesor para ampliar la
idea de ciudadanía. Nos dice que A. M. parte de premisas sociológicas para
hacer cálculos o propuestas económicas, de esta manera, cuando se refiere al
elemento que determina la pertenencia a la clase obrera, señala A.M., “estamos
pensando en el efecto que el trabajo produce en la persona más que en el efecto
que la persona pueda producir en su trabajo”
Además, al referirse a los estándares de vida, A.M. no lo
hacía en términos de la cantidad de bienes y servicios consumidos, sino de los elementos
cualitativos esenciales de lo que constituye una vida civilizada. De esta
manera, para T.H.M. un ciudadano es aquel que tiene derecho a disfrutar de la
herencia social y a ser aceptado como miembro pleno de su sociedad.
T.H.M. aclara que existe una igualdad humana básica asociada
al concepto de pertenencia plena a la comunidad, es decir, al de ser ciudadano,
que no es inconsistente con la desigualdad económica en la sociedad. Para
establecer ese mínimo se requiere identificar los derechos legales que deben
estar garantizados para todos, pero ello implica establecer la responsabilidad del
Estado para otorgarlos, aspecto que los economistas rechazan, en tanto suponen
que ello crea interferencias en el mercado.
T.H.M. nos dice que aunque a los economistas no les guste ir más allá de enlistar a la educación como el medio igualador del estatus de ciudadanía que debe ser garantizado, sí asumen que la ampliación de ésta es compatible con la desigualdad social prevaleciente, que suponen es el motor del crecimiento.
Para T.H:M. la ciudadanía tiene tres partes: la civil, la
política y la económica. Si bien su completa aplicación no influye en la
estratificación social, el grado de acceso que los individuos tienen a estos
tres elementos en cada sociedad sí tiene un efecto en la desigualdad observada
entre ricos y pobres.
Su análisis lo basa en el desarrollo de la ciudadanía en
Inglaterra y explica que el elemento más “viejo”, la ciudadanía civil no genera
ninguna resistencia por parte de las clases dominantes, en tanto que el sistema
capitalista requirió desde sus orígenes instrumentos legales que permitieran la
libre movilidad de la fuerza de trabajo y la certeza jurídica de la propiedad
privada. Con el desarrollo de los derechos civiles se crearon los políticos,
los cuales se fueron ampliando gracias a la existencia de los civiles que
garantizaban la libertad de expresión, de prensa y de asociación.
No obstante, los derechos políticos han pasado por etapas difíciles,
en tanto que en sus inicios la posibilidad de gozarlos estaba restringida a los
lores, es decir a quienes gozaban de la propiedad privada de la tierra; la
representación parlamentaria sólo era posible para los nobles, en tanto que
contaban con recursos para vivir mientras la ejercían y el derecho de las
mujeres a votar fue otorgado hasta el siglo XX. T.H.M. plantea que el problema
fundamental de estos derechos deriva de la necesidad de contar con recursos
económicos para realizar campañas políticas. Finalmente se encuentran los
derechos económicos y sociales, los cuales han sido los que mayor deficiencia
presentan en tanto que sí son igualadores de la condición humana y permitirían
al ser humano liberarse de la condicionalidad de tener que trabajar para
sobrevivir. Aspecto que no está planteado del todo por T.H. Marshall, pero que
es la derivación lógica de su análisis.
*El Colegio de México,
adamian@colmex.mx
"Cuando una mujer avanza no hay hombre que retroceda"
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