Queremos nombres y rostros

Queremos nombres y rostros

Jueves, 21 de Abril de 2011 06:49 | Escrito por Alfonso Zárate

La apropiación del monopolio de la violencia por parte de bandas criminales que secuestran, extorsionan, mutilan y asesinan ante la mirada atónita de la sociedad y el pasmo, la rendición o la complicidad de las autoridades nos muestra de manera descarnada el nivel de degradación ética, política y social que hemos alcanzado.

Estos hechos hablan de un gobierno fallido, pero también de una sociedad que ha extraviado el más elemental sentido de solidaridad, compasión y responsabilidad. Cuántos sabían desde hace tiempo lo que estaba ocurriendo y callaron, como en el caso de los crímenes en San Fernando, Tamaulipas: las empresas de transporte de pasajeros, cuyas unidades eran asaltadas y de las cuales bajaban personas que después serían asesinadas; los vecinos de las comunidades que conocieron los hechos; las autoridades que, con sus acciones u omisiones, protegen a los delincuentes…

Círculo de indolencia que cierran políticos y gobernantes que, en lugar de tomar las medidas de emergencia que reclama esa realidad, vuelven la vista para otro lado y reaccionan con bajeza: culpan a los otros. Los del PRI dicen que la violencia se desató con los gobiernos ineptos del PAN; los panistas responden que estos niveles de descomposición sólo se explican por la inacción y la complicidad gubernamental con el crimen en las largas décadas de hegemonía priísta y señalan a las entidades gobernadas por el PRI como las más violentas.

Por su parte, el presidente de la república pide que el “¡ya basta!” se dirija a los criminales y a los políticos del “doble discurso”, la inacción o la apatía, pero desestima los errores y déficit de su propia estrategia. Es mucho lo que tendría que reclamarle, por ejemplo, a la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, cuyos resultados en materia de combate al lavado de dinero son patéticos; a las aduanas porosas por las que todo pasa, incluyendo las armas con las que asesinan los delincuentes; al Instituto Nacional de Migración, infestado de corruptos; a la Policía Federal, que no ha hecho su tarea en las carreteras, donde actúan con total impunidad ejércitos de sicarios.

Desde la trinchera social hay también una incapacidad para reconocer nuestra parte en las culpas. Algunos llegan, incluso, a proponer que se pacte con los criminales. Necesitamos salir de esta pesadilla, pero esto no será posible a menos que:

1) Dejemos atrás la permisividad: por miedo o por conveniencia, muchos ciudadanos se han mimetizado con la delincuencia, al grado de reclamar el regreso de la pax narca.

2) Actuemos con responsabilidad: denunciemos, sin correr riesgos, lo que conozcamos sobre las operaciones del crimen organizado, y exijamos a la autoridad “cero tolerancia” a la complicidad y corrupción de policías, militares, agentes del Ministerio Público y funcionarios de seguridad pública.

3) Abandonemos el inmovilismo: tenemos que expresar nuestro hartazgo de manera contundente (por eso habrá que acompañar el domingo 8 de mayo a los miles de padres, hijos y hermanos que han sufrido la pérdida de un ser querido por esta violencia criminal), y

4) Transitemos de la mera protesta a una organización ciudadana capaz de incidir en un cambio de gran calado, que potencia la fuerza para demandar a las autoridades que cumplan con su razón de ser o que se larguen.

Al esfuerzo civil debe corresponder un compromiso verificable en las esferas de gobierno. En el Poder Legislativo permanecen sin ser dictaminadas iniciativas que dotarían a las autoridades de mejores instrumentos contra la delincuencia. Importa saber cuántas veces se reúnen las comisiones legislativas responsables de dictaminar esas iniciativas, quién las preside y quiénes las integran, por qué y quiénes las neutralizan o vuelven inocuas.

¿Quiénes son los agentes del Ministerio Público que arman acusaciones endebles y quiénes los jueces y magistrados que una y otra vez liberan delincuentes con artilugios legales? Queremos conocer sus nombres y sus rostros.

¿Quiénes son los funcionarios de los penales que han renunciado a su autoridad y que le permiten a los reos gobernar los presidios y seguir delinquiendo desde sus celdas? Queremos conocer sus nombres y sus rostros…

Vamos apretando tuercas. Es tal el desastre que no admite más simulaciones, mansedumbre o complicidades. Es imperativo cerrar todos los espacios a la impunidad que está en el centro de todos estos desarreglos.

Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario

"Cuando una mujer avanza no hay hombre que retroceda"